viernes, 9 de enero de 2009

Con las manos heladas

Un halo blanco
baña Madrid.

¿Estaré soñando?

Cual niño de hoy en día
busco congelar el tiempo
pero el tiempo
me congela a mí.

No hay mejor sueño
que el inesperado.

Que se lo pregunten a mi hermano
en este preciso instante
¿verdad, Marilyn?

Y al deslizar mi mano
sobre el techo
del último Volkswagen
aparcado a la vuelta
de la avenida Shackleton,
en la Renfe,
en el andén de enfrente,
hoy el amor
se escribe en blanco.

Después
Seis horas et labora,
y para ello
velero Deezer
y Dean Martin punto de partida.

Gracias a Dios,
la arena
no deja de caer
y lo negro
torna sonrosado
y finalmente...
libre.

Ahora
sólo quiero
ser muñeco de nieve.

El final de esta historia
que lo cuenten
mi móvil
y mis zapatillas heredadas
de punta mojada.

1 comentario:

Javier Das dijo...

Tienes toda la razón. Hay días en que todo cambia y es para bien, en positivo. Igual que un día te levantas, abres la ventana y la calle se ha cubierto de un manto blanco que llevas años sin ver. Saluda a tus zapatillas, creo que aún recuerdan mi armario.

Un abrazo, hermano.

Tu hermano. A.k.a James.

Marilyn también te saluda.