Después de dar un paso
hacia delante.
De empezar a surcar
los mares de la pluma,
el papel,
la palabra,
la idea y
la vida.
No hay marcha atrás.
Al llegar a casa
tras una jornada
repleta de planes,
sólo apetece
planchar la oreja.
Mas
qué se le va a hacer,
no hay marcha atrás.
El mar no se vacía,
ni el río sube,
ni el tiempo vuelve.
Tic...
y no quiero acostarme
tac...
sin dar un paso más.
Y en este momento
en que sólo apetece
apagar el motor
y quitar la llave
no puedo mas
que meter marcha
y quemar rueda.
Ya...
no quiero parar,
ni lo necesito.
Salté al vacío
y comenzó la historia
de mi blog enmarcando
mi vida a cada paso.
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