miércoles, 15 de octubre de 2008

Después de la tempestad

Hablo cuando todo ha pasado.
ahora que puedo pensar en ello sin sentirme mal.
Sin agobiarme,
sin amargarme,
sin sentirme frustrado.
Me considero una persona básicamente feliz,
pero madre mía,
cómo se complican las cosas incluso cuando intentas hacerlas de la mejor manera.

Me he pasado dos semanas trabajando a piñon.
El caso es que a veces sacar las cosas no ha sido fácil.
No siempre sale todo como debiera o cuando debiera hacerlo
y cuando uno trabaja contra contrarreloj,
necesita que todo vaya lo mejor posible.
Sentir que podías haber hecho las cosas mejor
no es un sentimiento agradable.

El caso es que aparte de eso, han surgido complicaciones varias.
He tenido alguna discusión con una persona básica para mí.
Y por momentos me ha dado la impresión de que nada iba bien.
En ciertos momentos no nos podemos dar cuenta de que la vida es una maravilla.

Qué mal.

Menos mal que los amigos siempre apoyan
y que la familia siempre está ahí.

Menos mal que los tópicos a veces son ciertos
y que Dios aprieta pero no ahoga,
y que no llueve para siempre,
y que todo es para bien.

Porque realmente llega un momento en que tienes que pararte
ordenar las ideas,
establecer prioridades,
calibrar la situación
e intentar relajar todo.

Y te das cuenta de que las cosas no son tan distintas de cómo eran antes.
De que tienes que dar gracias por poder disfrutar de la oportunidad de respirar.
De que tienes esa oportunidad para elegir qué quieres hacer con este preciso instante.
Hay obligaciones, claro.
Es inevitable.
Se trata de decidir cómo quieres afrontarlas.
¿Por qué no con amor?
Al fin y al cabo es como estoy aprendiendo a afrontar la vida.
Desde mi familia,
hasta mis amigos,
pasando por el trabajo.
Por el hecho de respirar.
Sí, respirar.
Respirar con amor.
Valorando la maravilla que eso implica.
Igual que poder ver los colores de un amanecer,
o tocar la corteza de un árbol,
u oler a tierra mojada después de una tormenta de verano.
Así es como intento vivir mi día a día.
Amando.

Porque creo en ello,
insto a cada persona que pueda leer esto a intentar hacerlo así.
Ama.
Sin esperar nada a cambio.
Haz de amar tu vocación.
Crée en ello.
Inténtalo.
Amar, porque el pago llega sin avisar.
Amar, porque todo lo que te rodea respira de tu actitud.
Amar, porque creo firmemente que lo que quieras y trabajes para tu exterior
será lo que construyas para tí mismo.

Estamos en contacto.
Un abrazo fuerte.

1 comentario:

Amaterasu dijo...

Cuando uno interioriza las cosas es el mejor momento para hablar... Hay que asumir, esperar (en eso tú eres experto).
Todas las noches, cuando hablo con mi padre y estoy muy contenta o muy triste, me dice que en la vida nada es blanco o negro, que cuando todo parece que va fatal, el blanco está a la vuelta de la esquina, y cuando todo va sobre ruedas, el negro acecha. Por eso te dije el otro día lo de los momentos felices... y luego siempre acaba diciéndome que al día siguiente me despierte pensando que la vida es maravillosa.
Yo, para afrontar lo que dices intento poner algo distinto en mi rutina. Por ejemplo, comprarle un marcapáginas a las secretarias del despacho, ponerme un pintalabios que nunca use, escribir un poema, comprar en una carnicería distinta...son gilipolleces que nos hacen sentirnos un poco más vivos.
Y es cierto que si vives en la actitud que dices, todo tu alrededor respira esa actitud...aunque a veces cuesta.
Un beso enorme. Me siento muy afortunada de ser la primera que te comente! Eres único... nunca cambies.