jueves, 25 de diciembre de 2008

Respira a conciencia

No pienso todo lo que debería
en la suerte que tengo.

Tengo salud,
aunque me toca lidiar con el asma alérgica,
con un tabique que no me deja respirar como es debido
y llena mis bolsillos de pañuelos.

Una familia que no mereceré nunca,
con la que choco a primera hora del día
al tiempo que intentan echarme una mano.
Lleva más de treinta años
estóicamente aguantando mis niñerías,
compartiendo cada momento de risas, llantos, dudas y aprendizaje.
Hoy, el trabajo bien hecho,
Mañana, la frustración de no haber sabido enfocar las cosas,
y ahí siguen,
incondicionales,
por puro amor.
Si eso no es amor,
recojamos las cosas y vayámonos a freir espárragos.

Unos amigos
que me traen,
me llevan,
un mono calvo en un vagón de tren en el que no atienden
que sólo desea disfrutar de un chupito de Jim Beam,
colecciones maravillosas imbuidas de patafísica
al margen de Industrias y Confecciones S.A.,
abrazos en la noche, tercios en el Wild Thing,
Japón en la calle Ayala,
una antígua provincia japonesa en la que comer,
en plena calle de las conchas número cuatro,
gran columna del cataclismo,
Dezas, chinos, Ciudad Real,
una cena con Amaterasu O-Mikami
en un italiano en plena Roma,
Diez flores frescas,
un filón de gente maravillosa que plantó semilla aquí y allá
y suma y sigue.

Un tesoro.
Me cuesta tanto no amarte,
como dice Ismael Serrano,
Nunca pensé encontrarte,
Cielo Carmesí.
Qué fortuna la mía.
Entre tú y yo
puntos suspensivos, qué maravilla.

Poesía, pintura, escritura,
libros, películas, internet,
Madrid, Barcelona, Londres,
paseos nocturnos, tostadas con tomate, aceite de oliva y sal, té...
¿¡qué más!?

¿De verdad tengo que seguir?
¿Acaso tendría fin?

Sé que hay más realidades que la mía propia
y que son inimaginablemente duras.
Pero esas a las que me refiero
están tan lejos de mis posibilidades a día de hoy.
No soy El Mesías.
Soy Fer para unos, Chaolo para otros, Suchan...
me han llamado tantas cosas.
Y he sufrido, supongo,
lo que cualquier persona con 32 años ha necesitado sufrir para aprender.
Siempre se sufre para algo,
para un bien mayor.

Pero hoy estoy vivo,
cierro los ojos,
inspiro,
espiro lentamente
y pienso,
"GRACIAS".

Insto a cualquiera a que practique esto
siempre que se acuerde.
Que procure hacerlo,
cuanto más, mejor.
Así,
el día que menos tiempo tengamos,
nos pararemos un segundo
a ser conscientes de todo
y no únicamente a pasar por encima.

2 comentarios:

Javier Das dijo...

Entre tú y yo
puntos suspensivos... que maravilla de verso...

A mí también me gusta el vagón de tren, los monos calvos, Jim Bean, un té CHA! o un café.

No me puedo imaginar vivir son todo esto, sin todos vosotros, sin ti, sin tantas cosas que he echado de menos estos últimos años.

Me alegro de estar aquí.

Un abrazo.

Amaterasu dijo...

Qué maravilla beberse la vida a cada instante, respirar su aliento, saber que tenemos la suerte de poder fracasar y empezar de nuevo. Gracias por mi trocito en todo esto, que aunque más pequeño de lo que me gustaría, no te fallará nunca. De doy un trocito del sol de O-Mikai. Un abrazo enorme